Empieza la cuarentena. Pensábamos que algo así no nos podía pasar a una sociedad tan avanzada. ¿Qué es eso de que nos tenemos que quedar en casa porque no podemos frenar el virus? Impensable en pleno 2020.
La peste del siglo XXI.
Pero la realidad es que estamos en estado de alarma y es obligación quedarse en casa.
Más que obligación, es responsabilidad de cada uno aportar su granito para que esto acabe cuanto antes. No hace falta, o más bien no debería hacer falta que nos obliguen para entender que hay que hacerlo por los demás, por nosotros. Aunque visto lo visto sí ha hecho falta...
Ahora nos vienen unos días de encierro en los que fácilmente nos podemos desesperar, querer salir a la calle como sea. Pero también nos viene la oportunidad de hacer eso que teníamos pendiente, leer lo que por falta de tiempo se nos acumula en la mesilla, ponernos al día de la serie que habíamos dejado colgada, reorganizar la decoración de nuestra habitación... Además ha salido la vena más social y artística de este país proponiéndonos actividades para disfrutar online.
¡Un concierto desde el sofá y en pijama! así somos, y algo bueno teníamos que tener.
Y es que aunque nos dejen en casa, no paramos quietos.
Hay gente que se está dejando la piel por conseguir que esto pase cuanto antes (¡Gracias! ¡Millones de gracias!), así que nosotros podemos hacer el esfuerzo de quedarnos quietecitos en casa.
Sé que hay ganas de salir, de hablar en persona con quien no está en tu casa, de abrazar, de besar, de abrazar, de abrazar, de abrazar... pero todo irá bien, y volveremos a abrazarnos.
Todo irá bien.
Es una frase que utilizo cada empiece del año para hacer borrón y cuenta nueva o para seguir con la buena racha. Y hoy rescato este Tránsfer porque parece ser que en 2020 vamos a tener dos principios de año. Y todo irá bien.
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